miércoles, 5 de marzo de 2014

Novedad: Turismo Cuaresmal


Ya sabemos que todo ha ido desvirtuándose paulatinamente, pero, de vez en cuando, nos sorprenden nuevos (o desconocidos) niveles de degradación. Por eso, cuando pasan cosas como estas, por una parte, no nos extraña; por otra parte, nos afecta un inquieto malestar, hondo y conmovente como una saeta, nunca mejor dicho, véase:

El Ayuntamiento de Sevilla promociona en Madrid el turismo de Cuaresma

Desde siempre ha sido Sevilla un foco de atracción para gente con buen gusto. Recuerdo, por ejemplo, a aquella conspicua hija de la Gran Bretaña, Lady Holland, excéntrica proto-romántica, que se hizo quasi-adicta a sahumarse con incienso-blended-typical-Catedral de Sevilla, que, por compromiso, los parientes de Blanco White le mandaban en cajoncitos desde la capital hispalense, para que la lady, sibarita de olfato, lo quemara en su salón londinense. Volutas para la voluptuosidad, en suma, aun no siendo el incienso sevillano perfume de boudoir sino elemento del culto litúrgico católico. Pero los sentidos, tantas veces, no entienden de religión y confunden el medio espiritual y/o sus recursos usándolos como deleite carnal, sea arquitectura, o escultura, o música, u olor, como estoy contando.

Conque valga el caso de la caprichosa Lady Holland para justificar este novedoso lanzamiento-promoción del turismo cuaresmal sevillano.

Digamos, por otra parte, que nuestros propios autóctonos ya consumen, desde muy antiguo, mucho antes de que la Lady Holland se aficionara al incienso catedralicio, estos productos quadragesimales que ahora se publicitan como típicos goces de la Cuaresma según Sevilla, siendo verdad que todos pecamos y hacemos pregones ditirámbicos a las torrijas o dedicamos saetas anacreónticas al bacalao. Y al arroz con leche, las espinacas, las tagarninas, y al más humilde potaje garbancero de Marzo y Abril.

Pero distingamos y digamos que una cosa son los humildes solaces de la despensa parca y contenida de la cuaresma católica andaluza, y otra cosa es inventarse un turismo con eso o a propósito de eso. La distancia entre una cosa y la otra es la que va entre el desmayo de un ayuno de Miércoles de Ceniza que se mantiene con un café por la mañana y con la esperanza de las espinacas, el bacalao y las torrijas que será la colación-cena del día-noche, y el atracón de bares, tapitas, cañas en barra y almuerzo en mantel trajinando dia, medio-día, tarde y noche-medianoche, correteándose, turísticamente, la ronda, el centro y los barrios, con ambiente cofradieril y coartada cuaresmal. Es decir, resumiendo, que es virtud de carnestolendas reconstituirse post-ieiunium con un plato de vigilia, que sabe a gloria; pero es pecado de lesa-cuaresmalidad venirse a Sevilla para practicar un tour-báquico con disfraz morado-inmoral de pseudo-cuaresma.

Digo también, así y todo, que parte de la culpa de este pitorreo la tuvieron (y tienen) los prelados hispalenses que, desde hace medio siglo, cometen el despropósito de dispensar ayunos y abstinencias el Viernes Santo. Un año que el 28-F ('F' de 'fantasma') cayó en Miércoles de Ceniza, también dispensaron. Así, la negligencia frívola de los pastores confunde a las ovejas bobas, llevándolas a la impiedad irreligiosa más banal.

Tiene des-gracia que sigamos vendiéndonos como sitio idóneo para la juerga y el disfrute fino. Tiene más desgracia que promocionemos gustos repugnantes de pijo-señoritos en adobo putrefacto. Tiene suma desgracia que hayamos convertido todo ello en un auténtico 'genero', con tipos humanos, micro-geografías y referentes en trance de cateta mitologización.

Pero la desgracia mayor es corromper lo sacro degenerándolo en profano. Y dejarlo estar. Y consentirlo. Y, al fin, consumirlo también por corrección político-sevillana (algo tan sutil).



Nos indignábamos cuando la piara pesoera se refería a la Semana Santa como un 'valor cultural'. Pero los promotores del turismo cuaresmal no son gente del capullo en el puño, sino peperos impúdicos. Son esos de la foto. El cura sonriente con dientes no sé quién será, no le conozco, faltaría más. A un par de los otros del grupo sí les conozco, qué se le va a hacer, pido disculpas y prometo no hacerlo más. Quédense Uds. con las caras para, si llega el caso, saludar y olvidar, con fina displicencia sevillaní.

Con toda la jeta marmorizada, los filo-cuaresmales pregonan:

"...Desde el Ayuntamiento de Sevilla queremos que estos 40 días que dura la Cuaresma no se queden sólo para los sevillanos, queremos que vengan visitantes a conocer lo que sucede en las calles e iglesias, queremos que los turistas descubran los ritos, sabores y olores de la Cuaresma."

Dicen esto, mezclando calles con iglesias y ritos con sabores-olores, sin la menor consciencia, impúdicos, sin vergüenza católica porque ellos mismos profesan la promiscua religión del montadito ibérico, el aroma de incienso en nariz y la copita de manzanilla en la mano, in saecula saeculorm. Amén-Olé (les responde el coro). Y sigue la liturgia con flamenquito y hasta una 'misa de la alegría' muy pijo-guapa, como extensión de la frontera de la capilla al colmao. ¡Qué bien se está aquí!

Resumiendo, unos pervierten y otros se dejan pervertir.

Nosotros, en cuanto podemos, resistimos. Cada vez nos entienden menos, nos excluyen más y tenemos más difícil poder estar e intervenir.

Tenemos la plaza ocupada y hasta en la procesión hemos perdido el mando: Son otros los que llevan el estandarte, el paso, el palio y la cofradía entera. A lo sumo, si no hacemos mucho ruido, nos dejan ir, con vela o con cruz, en silencio y con la cara tapada. Nada más.

p.s. A punto he estado de decir, para cerrar el articulete, '¡Feliz Cuaresma!', como dicen ya muchos por aquí, aunque Uds. no se lo crean. Doy fe.


+T.

Attende, Dómine...




Attende Domine, et miserere, quia peccavimus tibi.

Ad te Rex summe,
omnium Redemptor,
oculos nostros
sublevamus flentes:
exaudi, Christe,
supplicantum preces.

Attende Domine, et miserere, quia peccavimus tibi.

Dextera Patris,
lapis angularis,
via salutis,
ianua caelestis,
ablue nostri
maculas delicti.

Attende Domine, et miserere, quia peccavimus tibi.

Rogamus, Deus,
tuam maiestatem:
auribus sacris
gemitus exaudi:
crimina nostra
placidus indulge.

Attende Domine, et miserere, quia peccavimus tibi.

Tibi fatemur
crimina admissa:
contrito corde
pandimus occulta:
tua, Redemptor,
pietas ignoscat.

Attende Domine, et miserere, quia peccavimus tibi.

Innocens captus,
nec repugnans ductus;
testibus falsis
pro impiis damnatus
quos redemisti,
tu conserva, Christe.

Attende Domine, et miserere, quia peccavimus tibi.


+T.