miércoles, 9 de abril de 2008

Indefiniciones inquietantes

Rara vez leo con paciencia una crónica política, o me mantengo atento a ningún programa de política/políticos. No me merecen más consideración que la sumaria, sin detalles. Basta para lo que hay.

Ayer, por ejemplo, la muestra suficiente para el análisis me la proporcionó uno de los ex-ministros del caducado gobierno, ese que va a ser ahora portavoz de su piara frente a la Soraya, la del nombre de travesti que se ha buscado el genio político del bi-perdedor Donmariano para portavoz de la suya. Pues fue que el ex de Defensa dijo que:

"...España es un proyecto colectivo..."

Tal cual: España es un proyecto colectivo. Concedo que una definición más o menos omnicomprensiva de España sea dificil. Pero subrayo la inquietante sensación de indefinición que la definición del politico me suscita. Y en particular la vulgaridad de conceptos, "proyecto" y "colectivo", los dos tan manidos.

Estuvo de moda aplaudir cualquier "proyecto" por ser proyecto, sin considerar su fundamento, sin ponderar su intención y sin tender a su ejecución/terminación. Sólo por ser proyecto era bueno, y mejor si se mantenía como proyecto sin pasar a nada más allá de su inconsistente esencia: Sólo proyecto, in perpetuum. La moda y su época las he conocido y padecido.

Conque en esa bisoña adolescencia teorizada/politizada se anda todavía el tal político de la piara. Y es de suponer que su jefe y la piara entera estén en lo mismo. Y que la indefinición de la España proyectada-colectiva les guste. Desde luego es muy cómoda y apta para el pasteleo - masa dúctil - y la maniobra - volante engrasado para girar 360 grados en practicables virajes.
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Le tengo particular antipatía a la otra palabra/concepto, "colectivo". Me huele a marxista que apesta. Lo peor es que la he visto usada y abusada en los más impropios entes y ambientes, Por ejemplo en la Iglesia. En cualquier reunión, programa de catequesis, documentos de vicarías/arciprestazgos/parroquias, hasta en homilías de curas y - oh espanto! - pastorales y otras papelerías episcopales. Sí.

Será cuestión de esperar un petit peu para que un "laico comprometido" (tantas veces no se sabe ni puede precisar con qué o quién), o un curilla aseglarado, o un obispo en trance de descatolización "indefina" a la Iglesia como un "proyecto colectivo". Me doy con un canto en los dientes si alguno no lo ha dicho ya. ¡Qué miedo!

En España - quizá como en otros sitios, pero aquí se nota mucho - la Iglesia es particularmente susceptible de contagiarse con los peores virus políticos. Desde el tiempo de los visigodos (lo de los defectos de los visigodos es algo que comento con cierta frecuencia, una afición-fijación).

Pero es lástima que no se mantengan también junto a las perversiones los atavismos virtuosos. De los visigodos, quiero decir.

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